Cultivare, el concepto.

Dicen que etimológicamente la palabra cultura viene del verbo latín cultivare. Cultivar la tierra, cultivar el alma, cultivar la mente, cultivar el vino, cultivar un espectáculo de danza, cultivar la etiqueta de este vino a través del arte, del movimiento, de la música… en definitiva cultivar cultura. Todo el círculo se cierra  con este concepto creado por Vallformosa y al que el estudio creativo La dyssenyadora (en colaboración con Centset) han dado forma a través de una performance que ayer se pudo vivir en directo en la bodega del Penedés.

Justo allí, en la bodega, entre los tanques de acero inoxidable, se creó una especie de tatami con las 5000 etiquetas del vino Cultivare. Suena la música. Dos bailarines empiezan a danzar a la vez que, desde el cielo, caen gotas de pintura. Sus movimientos nos hablan del ciclo de la viña y, mientras van bailando,  van esparciendo, van manchando y van pintando las etiquetas de este nuevo vino. Una a una. Todas distintas. Todas salpicadas de arte y de cultura.

Y así, en directo, se crearon las etiquetas de este nuevo vino de autor que en las próximas semanas Vallformosa, a través de su marca de vinos Doménech i Vidal, sacará al mercado. El cultivare blanco es un monovarietal de xarel·lo del 2013 obtenido a través de 3 vinificaciones distintas: una parte en acero inoxidable, otra en huevos de cemento y la última en barricas nuevas de roble francés. Por otro lado, el Cultivare Tinto es un curioso y acertado cupaje de sumoll y cariñena (samsó) procedente de unas viñas viejas, fermentado en barrica abierta y con una crianza de un año en roble fancés. Con estos dos nuevos vinos, (y junto al cava gran reserva Secret que también saldrá en breve), Vallformosa quiere posicionarse dentro el sector de vinos premium y de autor, donde hasta ahora no había entrado. Actualmente, la empresa de Vilobí del Penedés produce 14 millones de botellas de cava/vino y el 85-90% de su producción viaja al extranjero.