El vino azul. Gik y Marqués de Alcantara.

Hace ya unos cuantos meses que apareció la noticia del lanzamiento de Gik, el vino azul. En aquel momento, el 33,3 % de la población pensó que se trataba de un artículo de El Mundo Today y se rió de la falsa iniciativa. El otro 33,3 % se puso las manos en la cabeza delante semejante blasfemia en el mundo del vino. Pero estoy segura que hubo otro 33’3 % que pensó… “oye, pues eso del vino azul… Mola!”. Sino, no se explicaría que, en los últimos meses, hayan salido al mercado más vinos azules (en google no te los acabas) y que las ventas de este producto se hayan multiplicado de forma espectacular.

En realidad, el vino azul tampoco es tan antinatural como parece, pues el componente que lo hace celeste no es otro que el extracto de antocianos, pigmentos existentes en la piel de la uva. De hecho, muchas variedades de uva son más azules que tintas por lo que no nos tendría que extrañar tanto dicho color, ¿no?

En prettywines, que no sabíamos en qué 33,3 % de la población situarnos, quisimos hacer una prueba y organizamos una pequeña cena de amigos con dos de estos vinos azules. A través de internet, adquirimos el GIK i el azul del Marqués de Alcántara y, como conclusión, podríamos decir que nos encontramos (como ya era de previsible) con dos vinos totalmente prescindibles, uno más que el otro. No voy a definirme. Solo voy a decir que en uno tenemos un chardonnay sencillito, con unos típicos aromas marcados de plátano y piña, pero que en el fondo no deja de ser un vino, con gusto de vino, pero con colorante. El otro es más inclasificable. Endulzado con unas cuantas “E” (que al menos se indican en la etiqueta) parece un jarabe que, a los presentes, nos recordó aquel Blue Tropic que nos servían de adolescentes en las discotecas. Y es que supongo que éste es el objetivo de este tipo de vinos. Jóvenes. Fiesta. Discoteca. Tendencia. Postureo. Moda. Barato. Sin complejos. Sin presiones. En fin, que en la viña del señor, tiene que haber espacio para todos.