A lo largo del último año he viajado bastante y he visitado muchos viñedos. Desde los empinados paisajes del Rhone y Côte Rôtie, las emocionantes parcelas de La Borgoña, las salvajes cepas de 4kilos o Barbara Mesquida en Mallorca, las fantásticas vistas desde el río Douro, las perfectas líneas de Burdeos… pero lo del vino en Lanzarote, amigos, lo de esta isla es otra historia. Empecé a andar por los alrededores de la bodega La Geria (meca del turista por excelencia) y ya no pude parar. Seguí el camino, me desvié por los hoyos, subí y me adentré en el cráter de un volcán, se puso a llover, la niebla ganó terreno y el viento casi me hace dar marcha atrás. Me crucé con cepas de más de 100 años que parecían árboles o arañas de mil tentáculos, saludé a algún ciclista fascinado, igual que yo, por el camino, trepé por la montaña, hasta la cima, y contemplé el paisaje. Definitivamente, lo de Lanzarote amigos, es otra historia.
¿Y qué tiene de especial esta historia? Pues quizás que nos encontramos ante la historia de un milagro. Lanzarote por clima y por terreno no es el mejor sitio donde cultivar la vid. Su escasez de lluvia lo convierten en un territorio casi desértico donde nada crece a su alrededor. Pero en 1730 el volcán explosionó y cubrió la isla de una espesa capa la lava (ahora dicha picón) y cambió la historia de la isla. Porque el picón retiene la humedad y los poco más de 120 ml de lluvia que llegan a Lanzarote quedan allí retenidos como si de una especie de sistema de riego natural se tratara. Pero la lava no es fértil, así que se tiene que escarbar un hoyo hasta encontrar la tierra original… a veces basta escarbar un poco, otras se necesita hasta cinco metros para llegar a él. Y fue así como se construyó el paisaje del valle de la Geria, hoyo a hoya, cepa a cepa, botella a botella. Y nada ni nadie, ni el viento ni la filoxera, han sido capaces de modificar dicha obra de arte de la historia de la viticultura. En Lanzarote existen alrededor de 1900 hectáreas de viñedo y tiene una producción de poco más de 1.000.000 de botellas. El consejo regulador gestiona la labor de 13 bodegas. Es una de las zonas con un marco de plantación y unos rendimientos más extremos del mundo. Podríamos decir que hay tantas cepas como botellas de vino se producen.
Viticultores de fin de semana
Ignacio Valdera es el director y enólogo de la Bodega Los Bermejos. Este andaluz, con más de 25 años de residencia a Las Canarias, admite: “todo lo que llevaba aprendido hasta mi llegada, tuve que olvidarlo porque en Lanzarote nada de lo que te enseñan en la universidad funciona”. Un clima casi desértico, el suelo nada fértil, una evolución de la planta a la que le cuesta entrar en reposo vegetativo, y una maduración de la uva que parece una rueda sin final… es una situación nada favorable a la que viticultores y enólogos tienen que hacer frente cada año, y más ahora con el cambio climático. “Uno de los problemas es que, cuando llega la vendimia, te encuentras uvas en todas las fases de maduración y tienes que ser muy selectivo” dice el enólogo que, admite, “aunque la uva está bien pagada (2- 2’5€/kilo) no es rentable su cultivo. Por esto aquí solo tenemos viticultores de fin de semana”. La bodega Los Bermejos es una de los mayores de Lanzarote con una producción que ronda las 450.000 botellas anuales y que cuenta con unos 250 proveedores de uva. Trabajan con las variedades típicas de Lanzarote: la Malvasía volcánica (“que es diferente a la Malvasía de Sitges porque no es tan aromática pero, en cambio, en boca es mucho más equilibrada con mucho volumen y untuosidad” dice el enólogo); la Moscatel; la Diego, y la Listan negra.

ATRACTIVO TURÍSTICO
Que la viña es un atractivo turístico se ve claramente cuando uno llega a la bodega la Geria y encuentra el parking lleno de autocares, bicicletas y coches de alquiler. El enólogo de la bodega es Alejando Besay que admite “somos la bodega más visitada de las Canarias y, casi casi, una de las más visitas de España.” Alrededor de 1500 personas al día se paran aquí para catar, visitar la bodega o, simplemente, contemplar el paisaje. Producen anualmente unas 350.000 botellas de vino, la mitad son venta directa en su completa tienda de souvenirs. Alejandro nos acompaña al viñedo y, posteriormente, vamos a la bodega para degustar sus vinos tintos de Listan que últimamente los acompañan de variedades foráneas como la Syrah o la Merlot. “La Listan es una variedad que tiene muy poca fuerza, muy poca tanicidad. En coupage con estas variedades nos permite hacer vinos más fuertes e incluso con crianza” dice el enólogo. Sola o acompañada, lo que nos queda claro con la cata es que degustar un Listan es degustar el terroir de Lanzarote “estos toques a barbacoa, a ahumados, a tierra quemada… estos aromas solo te los da la lava volcánica donde crecen estas vides”, concluye.
LOS JÓVENES Y EL FUTURO
Aunque el paisaje del Valle de la Geria es un gran reclamo para la promoción turística de la Isla muchos de los profesionales consultados se quejan de las pocas ayudas que reciben los viticultores. “Promueven el paisaje, sí. Pero no dan ayudas a los que tenemos que mantener el paisaje y el cultivo de la vid. Son muy pocos los jóvenes que siguen con esta tradición”, dicen.
Quizás por esto me cautivó la historia de Daniel Lasso y la bodega La Morra. En su familia disponían de 12 hectáreas de viñedo que, mayoritariamente, vendían a las grandes empresas. Pero Daniel, a quien le corre el marketing por las venas, pensó que podría hacer algo con estas uvas y creó la bodega LA MORRA, produciendo vino de manera artesanal y recuperando el antiguo lagar y la antigua prensa de sus antepasados. “Sé que mi vino no será el mejor de la isla, pero será artesanal y yo quiero vender al visitante esta autenticidad y esta experiencia”, dice. Produce unas 7.000 botellas, una a una, utilizando un packaging que a nadie ha dejado indiferente. Tanto puede utilizar botes de mermelada, botijos de cristal o botellas con cierre de gaseosa. Su mercado se aleja de los touroperadores, prefiere moverse entre los clientes de las casas rurales de la zona de Tinajo o los turistas que realmente den un valor al su producto 100% artesano.
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