De paso por la ciudad de Narbonne, en Francia, me acordé de unos amigos que habían ido a cenar a Les Grands Buffets y las maravillas que de allí me habían contado. Que si mil tipos de queso, que si foie en todas sus versiones y texturas, que si marisco por un tubo, y que si todo de primera calidad y con un servicio impecable.
Aunque suelo viajar sola a menudo y sé disfrutar del placer de hacerlo, hay una cosa que todavía me cuesta mucho, que es el ir a cenar (que no a comer) sola en un restaurante. Pero en esta ocasión pensé que valía la pena intentarlo y que, como mucho, en un par de horas ya habría pasado el mal trago. Así que reservé una mesa a las siete de la tarde, (que para mí sería más una merienda que una cena…. pero a decir verdad, no había comido casi nada durante todo el día para reservarme para el buffet y estaba muerta de hambre) y allí me planté.
Gastronómicamente, el buffet es brillante, y mucho ya se ha escrito de ello. De lo que me gustaría hablar aquí, que por alguna cosa estamos en un blog de vino, es del servicio de bebidas ya que me encontré con una sensibilidad y una deferencia hacia las bodegas y hacia el consumidor pocas veces visto hasta el momento.
En Les Grands Buffets disponen de una selección de más 70 vinos, TODOS de la región del Languedoc-Roussillon y de pequeños productores. TODOS los vinos se pueden servir a copa o en botella y TODOS están a precio de bodega (cosa rara, porque en este tipo de restaurantes donde más margen se aplica y donde más negocio hacen es justamente en las bebidas). Un apunte: la cena en Les grands buffets tiene un precio de 32,90 euros (bebida a parte).
Cuando el camarero te trae la copa de vino, incluye una notita con el nombre del vino, el productor y también el teléfono y contacto de la bodega. Yo me decanté por un blanco reserva 2012 de la bodega Mas du Soleilla, AOP La Clape, (que pensé que para los quesos y el marisco sería genial, y lo fue) y también me pedí el dulce Quintaescence de Mas Rouge, que me acompañó durante mi atracón a la mesa de los foies.
Además, si el vino te ha gustado mucho, tienes la posibilidad de comprar una caja de seis (recordad, están a precio de bodega) y la botella de la mesa te sale gratis. Asi mismo, si no te terminas el vino, te lo puedes llevar a casa sin ningún problema. En este enlace tienes la relación de productores del local.
Por cierto, mi experiencia de cenar sola en un restaurante fue maravillosa. De casualidad, antes de ir, miré un reportaje que hicieron hace poco en Rac1 (lo tenéis aquí abajo ⬇︎) y descubrí que uno de los maîtres era catalán. Una vez allí, lo vi, me presenté y debo agradecerle que estuvo muy atento conmigo, me enseñó todo el local, me recomendó los mejores platos, me explicó todos los detalles del buffet y consiguió que en ningún momento me sintiera mal siendo el bicho raro que cenaba sola en un restaurante de categoría.
(moltes gràcies Magí Carles! 😉 )
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