Visitar el Priorat es cita obligada para todo winelover. Visitarlo de la mano de bodegas como Clos Mogador o Mas Martinet es un privilegio que no está al alcance de todos. Y hacerlo con la compañía Barcelona by road, que ponen a disposición un vehículo de lujo (incluso, si te lo puedes permitir, un Ferrari), un guía especializado y todas las ventajas y facilidades de un winetour privado, es una buena opción si estás de vacaciones en Barcelona.
Hasta los años 80, el Priorat era una tierra hostil. Nadie quería trabajar allí. Los jóvenes huían, los mayores malvivían, las cepas agonizaban. Nadie creía en aquellos vinos fuertes y ásperos ni en aquellos viñedos que desafiaban las leyes de la física y la gravedad. Nadie salvo ellos. En el 1979, un grupo de cinco jóvenes (hippies e iluminados) decidieron que el Priorat valía la pena y empezaron a elaborar vinos de calidad que, con los años, llegarían a lo más alto. El Priorat de hoy en día no existiría sin personas como René Barbier, Álvaro Palacios, Dafne Glorian, Carles Pastrana o José Luis Pérez. Ya entonces se bautizó aquel grupo de soñadores como los 5 magníficos, y sus vinos – Clos Mogador, l’Ermita, Clos Erasmus, Clos de l’Obac o Clos Martinet, entre otros – han subido al olimpo del mundo del vino.

Precisamente, nuestra ruta empieza en casa de René Barbier, en la bodega Clos Mogador, de Gratallops. Allí nos recibe su mujer Isabelle y su hijo mayor René, enólogo. René Barbier padre también está por allí aunque poco a poco va dejando el terreno a sus tres hijos. Para entender el Priorat es necesario pisar su viñedo y por esto cogimos la vieja furgoneta de los Barbier (la misma con la que llegaron al Priorat en los años 70) y nos dirigimos a la finca de donde sale uno de los vinos iconos de la bodega, el clos Mogador. Desde hace unos años, René Barbier Jr. y su hermano Christian están apostando por una agricultura regenerativa: “No se trata tanto de cuidar las cepas para que te den un buen fruto sino de cuidar la tierra para la que cepa pueda desarrollarse en ella de la mejor manera”, dice Barbier. Así en los viñedos de Clos Mogador podemos observar una intensa cobertura vegetal que han devuelto el equilibro y la biodiversidad al entorno. Debajo de este tapiz verde se encuentra uno de los secretos del Priorat: la licorella, suelos de pizarra milenaria que dan una fuerte personalidad a los vinos de la región.

Después del paseo por el viñedo en el que, de casualidad, nos cruzamos con otro de los 5 magníficos, Álvaro Palacios, ha llegado el momento de visitar la bodega y catar sus vinos. Clos Mogador produce solamente 40.000 botellas y tiene tres referencias en el mercado: los tintos Clos Mogador y Manyetes; y el blanco Nelin. “En nuestra filosofía lo más importante es el terroir y el respeto del Priorat. No hemos buscado nunca adaptarnos al gusto del consumidor ni hacernos ricos con segundas marcas, solo queremos hacer el mejor vino posible”, comenta Isabelle Barbier que dice sentirse orgullosa de que sus tres hijos -René, Christian y Anderson- sigan con la misma filosofía de su padre. En este sentido, René comenta “El vino es algo muy simple, es fruta… yo lo que quiero es que, con los años, cuando abras una botella de Clos Mogador puedas decir y sentir ‘esto es el Priorat’”. En la actualidad, René Barbier hijo se ocupa de todas las vinificaciones de la bodega y su hermano Christian es el encargado del viñedo. “Al final, pero, es el señor de barba – refiriéndose a su padre- quien todavía toma las decisiones importantes y le da ese toque mogador que nos hace tan especiales”, dice con una entrañable sonrisa.
La visita a Clos Mogador dura casi tres horas. La conversación es agradable y los vinos sublimes. Pero la ruta debe continuar y en el restaurante Brots ya nos están esperando. Hasta el restaurante nos quedan 25 minutos de curvas y carreteras estrechas, pero vale la pena el desvío ya que el paisaje del Priorat es uno de las más característicos e impresionantes del mundo.
11 estrellas Michelín
El chef del restaurante Brots, Pieter Truyts, puede contar no con una, ni dos, ni tres estrellas Michelin… sinó con 11!!! Durante su trayectoria ha trabajado en restaurantes estrellados de Bélgica como el Comme Chez Soi, el Het for nuis o el Met Molentje así como también en el catalán Can Bosch, en Cambrils. Desde hace tres años, dirige un pequeño local en Poboleda y son muchas las voces que le señalan a él como la futura Estrella Michelin del Priorat.
Ya los aperitivos nos sorprenden y nos preparan para el festival. El plato es una reproducción a escala de la mano del chef – creada por un escultor local- que nos ofrece algunos snacks para empezar y que ya son una muestra de las influencias catalanas y orientales del propietario. Los platos que siguen son un mosaico de verduras con vieras y lengua ahumada, una ensalada tibia con topinambour y pulpo de roca o un cordero a baja temperatura con su rissoto. Los postres no se quedan atrás y se nos ofrece un refrescante helado da albahaca con fruta de la pasión y piña marinada. En palabras del chef: “Intentamos ofrecer cocina de autor natural. No me gustan ni las gelatinas ni las trampas en la cocina. Busco gustos muy potentes durante la comida y unos postres refrescantes y me sirvo tanta de las influencias tradicionales y locales como también de las orientales”, comenta. Para acompañar la comida, nos sirvieron el vino ‘Ai ai ai’, elaborado por la bodega En números vermells, propiedad de la mujer y socia de Truyts. Más km0, imposible.
El Priorat a tus pies
Después de comer, y para completar la jornada con #barcelonabyroad, nos dirigimos a Mas Martinet, otra de las grandes bodegas del Priorat. Si en el grupo de los 5 magníficos, René Barbier era el filósofo, el alquimista del terroir, José Luís Pérez de Mas Martinet –biólogo de profesión- representaba la parte científica del proyecto.
Su hija, Sara Pérez (que a la vez es pareja de René Barbier hijo) ha seguido el legado de su padre y lo ha elevado a una categoría más orgánica y natural. Prueba de ello es la finca Els Escurçons, donde subimos para empezar la visita a Mas Martinet. “Sara compró esta finca en el año 2000, recién salida de la Universidad. Plantó garnacha y syrah, emparró las cepas, creó un complejo sistema de riego… Hizo un viñedo académicamente perfecto. Pero pronto vio que aquel no era el camino que deseaba para sus viñas”, nos cuenta Gemma Marco, responsable de comunicación y enoturismo. “En 2004, y después de un revelador viaje a Italia, decidió quitarlo todo, dejar solo la garnacha, ponerla en vaso y trabajarla de manera más natural” añade.
Els Escurçons es un vino elaborado únicamente con garnacha y con crianza en tinajas de barro y damajuanas de cristal. Tiene una entrada dulce típica de la variedad pero un final guerrero, prueba de la tenacidad de quien lo ha creado. Catarlo insitu a lo alto de la finca, a 600 metros de altitud y con todo el Priorat a tus pies, es una experiencia sublime que vale la pena vivir al menos una vez en la vida.
En junio de 2015 esta finca sufrió un pequeño incendio por culpa de un rayo. Los bomberos actuaron con rapidez y, por suerte, los daños no fueron muy elevados. Se quemaron 24 hectáreas de bosque y algunas cepas quedaron afectadas. Más tarde, en la bodega, tenemos la oportunidad de catar este “vino ahumado” que saldrá al mercado el próximo año y que tendrá este toque triste y amargo, pero a la vez muy especial.
Es precisamente en la bodega de Mas Martinet donde palpamos sobre todo la inquietud y la creatividad de Sara (herencia del espíritu científico e investigador de su padre). Depósitos de cemento, inox, fudres, barricas, arcillas, cristal… se nota que tratan el vino con mimo y de manera muy personalizada. Mas Martinet cuenta con tres referencias de gamma alta procedentes de sus respectivas fincas. Els Escurçons, monovarietal de garnacha, es quizás el más salvaje. Camí Pessoroles, de garnacha y cariñena, nos muestra la esencia del Priorat actual. Clos Martinet tiene un corte más clásico (incorpora variedades como Cabernet, Syrah y Merlot) pero sigue siendo todavía el auténtico emblema de la casa.
Tras la visita, solo nos queda coger el coche y volver a recorrer, un poco más, las sinuosas i bellísimas carreteras del Priorat. Nos llevamos algunos vinos y, sobretodo, la experiencia de haber conocido grandes personas y de haber vivido un tour cinco estrellas con #barcelonabyroad.
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